El escritor colombiano
Gabriel García Márquez nació en 1927 en Aracataca, un pueblo que lo inspiró a
crear el realismo mágico de Macondo de
su obra Cien Años de Soledad.
Creció como
niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres se fueron a
vivir a la población de Sucre, cuando Gabriel tenía solo cinco años. En Sucre
nacerían la mayoría de sus 11 hermanos.
Su padre,
Gabriel Eligio García, y su madre Luisa Santiaga Márquez, se mudaron a Sucre
para montar una farmacia. Pero fueron sus abuelos las figuras que más lo
influenciarían en su exitosa carrera literaria.
Su abuelo,
el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le contaba
al pequeño Gabriel infinidad de historias de la guerra civil. Mientras que su
abuela Tranquilina Iguarán, le contaba fábulas y leyendas familiares.
Se dice que
García Márquez aprendió a escribir a los cinco años bajo al tutela de su bella
profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró.
Vivió en
Aracataca hasta 1936, cuando murió su abuelo y tuvo que irse a vivir con sus
padres al puerto de Sucre. En 1940, gracias a una beca, ingresó al Liceo
Nacional de Zipaquirá.
En 1947,
presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la
Universidad Nacional, de la cual nunca se graduó porque con el Bogotazo la
universidad cerró sus puertas.
Sus primeras
obras
A los
veintisiete años publicó su primera novela, La hojarasca, en la que ya apuntaba
los rasgos más característicos de su obra de ficción, llena de desbordante
fantasía.
A partir de
esta primera obra, su narrativa entroncó con la tradición literaria
hispanoamericana, al tiempo que hallaba en algunos creadores estadounidenses,
sobre todo en William Faulkner, nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido
con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la
insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en 1959.
Amigo de
Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa Latina, la
agencia de noticias de Cuba.
El 2 de
julio de 1961, García Márquez, acompañado de su esposa Mercedes y de Rodrigo,
su hijo mayor, arribaron a la capital mexicana.
Su vida en
México
"Llegamos
a la Ciudad de México un atardecer malva, con los últimos veinte dólares y sin
nada en el porvenir", escribió el colombiano hace unos años.
Al día
siguiente supo del fallecimiento de Ernest Hemingway de un escopetazo. Una
semana después, publicaba en una revista mexicana "Un hombre ha muerto de
muerte natural".
Continuó su
trabajo periodístico combinado con la escritura de relatos cortos, novelas y
guiones cinematográficos, con los que difícilmente conseguía sobrevivir.
Con el
mexicano Carlos Fuentes, premio Cervantes, trabajó en el guión de la cinta
"El gallo de oro". "Pasamos todo el día discutiendo" dónde
iba un adjetivo o una coma, narró el mexicano en diciembre de 2008.
Estableció
su residencia en una casona de San Ángel, en el sur de la capital, donde
escribió "Cien años de soledad".
Allí, Mercedes
lo consoló como un niño cuando el escritor se sumió en la tristeza tras dar
muerte en el texto al general Aureliano Buendía y allí también fue donde
encontró inspiración, al ver desde el balcón a una joven batallando con sábanas
jaladas por el viento, para mandar a Remedios al cielo con su belleza intacta.
Su obra
maestra y el Premio Nobel
La penuria
económica de los García Márquez era tal que cuando fueron a la oficina de
correos a dejar el manuscrito de 590 cuartillas, no les alcanzaba el dinero para
el envío.
Decidieron
enviar media novela y al día siguiente fueron a empeñar sus joyas de poco valor
y regresaron a despachar el resto, para darse cuenta, con gran enojo de
Mercedes, de que primero habían mandado la parte final.
"Lo
único que falta ahora es que la novela sea mala", le dijo su esposa, según
narró el mismo Gabo.
Pero la
novela, publicada en 1967, vendió en una semana un primer tiraje de 8.000
ejemplares, se convirtió en su obra cumbre y 45 años después se mantiene en las
listas de libros más vendidos en México.
Luego
llegaron los premios internacionales y la consagración en 1982 con el Nobel.
El día que
recibió la noticia, García Márquez invitó a desayunar a la periodista mexicana
Martha Anaya, a la que conocía desde años atrás, cuando él era asiduo de la
librería de textos en francés en la que ella trabajaba. La amistad se
profundizó en largas partidas de ajedrez en la trastienda.
"Me
invitó unos huevos con frijoles que preparó su esposa Mercedes. Recuerdo lo
meditabundo que estaba. No sonreía como cuando llegaba a la librería, no
gritaba de felicidad, no recibía a sus amigos. Desayunábamos los tres solos en
la cocina de su casa, ese día de triunfo para él", narró Anaya a la AFP.
El Palacio
de Bellas Artes, en pleno corazón de la megaurbe mexicana, también fue
escenario del rompimiento entre García Márquez y Mario Vargas Llosa. El 12 de
febrero de 1976, tras la exhibición privada de una cinta, el colombiano se
acercó a felicitar al peruano, que le respondió con un puñetazo directo al
rostro.
Los motivos
del desencuentro, que dejó a García Márquez con el rostro ensangrentado y un
filete en el ojo que le colocó apuradamente la escritora Elena Poniatowska,
nunca quedaron claros.
García
Márquez era, hasta hace unos siete años, paseante habitual del centro de la
Ciudad de México, donde acostumbraba desayunar en el restaurante de un conocido
hotel o tomar una copa en la histórica cantina de La Opera.
Pero los
últimos años su presencia fue discreta. Asistía a eventos de corte cultural
pero huía de la prensa y solía mantenerse a distancia e incluso en el misterio.
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